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“Odio el término Community Manager. Me sugiere trabajo de aficionado” decía hace unos días un compañero que prefiere que nos llamemos Editores de Medios Sociales. Probablemente no haya otra profesión que haya conseguido tal nivel de descrédito en tan poco tiempo de existencia ¿Por qué? Pues seguramente por un exceso de expectativas y por la falta de profesionalidad de algunos de los CM que aún hoy están en el mercado. Pero los Community Managers o Editores de Medios Sociales o como queramos llamarlos son un puesto clave en muchas empresa y afortunadamente tienen un perfil cada vez más completo. Las ofertas de empleo de los grandes medios exigen para esa posición licenciados en periodismo, comunicación o publicidad, con dominio de gestión de todas las redes sociales, conocimiento de herramientas analíticas, edición de foto y vídeo, creatividad y, por supuesto, dominio del inglés. Aquí un ejemplo en esta oferta reciente de The Objective.
Seguramente todavía nuestras madres prefieran que seamos Community Managers, aunque no entiendan muy bien qué hacemos, a que toquemos el piano en un burdel, pero en nuestra mano está dignificar esta profesión, se denomine como se denomine. Para ello podemos empezar por estos cinco pasos:
1. Seamos honestos: Hace bien poco ha llegado a mis manos un informe de 12 páginas de un programa que había generado solo 150 tuits… también un balance de una campaña de Facebook ads sin números y con el texto “Ha obtenido muy buen tráfico”… Inflamos resultados, ocultamos información… Con esta falta de transparencia solo generamos desconfianza. Ya bastante tenemos con las dudosas estadísticas que nos proporcionan las redes sociales como para que además nosotros añadamos más confusión a los informes. No todo lo que hacemos tiene éxito, es más, la mayoría de las veces es un fracaso. Pero tenemos la suerte de que no es excesivamente caro experimentar y de que de los fracasos se aprende mucho.
2. No todas las empresas tienen que estar en redes sociales y muy pocas empresas necesitan estar en TODAS las redes sociales. Analicemos bien en qué redes hay que tener presencia en función de los objetivos y del presupuesto. Y no pensemos solo a corto plazo; Tenemos que ser capaces de actualizar esos perfiles permanentemente porque hay algo peor que no tener un perfil en una red social: tenerlo abandonado. En caso de no poder seguir con él es mejor despublicarlo (Qué contradictorio… Recomiendo esto cuando en Mediaset solo tenemos activos algo menos de la mitad de todos los perfiles que tenemos abiertos en las distintas cuentas pero muchos de los que están inactivos son de programas y series emblemáticos que ya desaparecieron. Los dejamos ahí como un recuerdo… como los tuits de Obama)
3. No corramos: Los errores hacen mucho ruido. En las redes el fallo encuentra su mejor caja de resonancia así que merece la pena dedicar unos segundos a revisar antes de publicar.
Solidaridad total con el CM que se ha liado con las cuentas de Sergio Llul y Andrés Iniesta pero seguro que con esos segundos extra lo habría evitado.
Aquí la explicación de lo que ha pasado.
Y no olvidemos los ortográficos y gramaticales. Cometemos muchos, demasiados, y no siempre son achacables a las prisas. En Twitter tenemos vigilantes como @patiortografico que persiguen sin descanso el fallo. Aunque a veces me parezcan demasiado faltones valoro su labor que nos afea los errores y nos hace ser mejores.
4. Ante la duda, NO PUBLIQUES
Ante ese tuit que te ha parecido muy ingenioso y a la segunda lectura te parece un poco controvertido lo mejor es esperar y preguntar a algún compañero. Cuatro ojos siempre ven mejor que dos y si tu cerebro te está avisando de que ahí puede haber algún problema, seguramente es que lo va a haber. Siempre será mejor haberse quedado con las ganas de publicar algo que generar una crisis de marca.
Me pregunto cuántos ojos vieron este tuit antes de ser publicado…
Aquí la historia de Hero y Samanta Villar completa.
A veces el afán de notoriedad nos ciega y nos hace cometer este tipo de errores. En ‘The Newsroom’ la CM de la cadena de televisión es despedida después de publicar un tuit explosivo. Su director le pregunta antes de que salga por la puerta: “¡¿Pero qué buscabas?!” Y ella contesta: “Retuits”.
5. No copiemos, busquemos nuestra propia identidad: Inspirarse en acciones exitosas está bien pero no todas las marcas son iguales y no se pueden adaptar a cualquier modelo.
El humor es un ejemplo de este abuso de la réplica… Ser gracioso y desenfadado está bien pero en su justa medida. Me parece un gran éxito que la cuenta de Twitter de la Policía española sea la que más seguidores tiene del mundo pero a veces sus tuits me producen un poco de bochorno. A pesar de alguna respuesta realmente ingeniosa, tampoco creo que la atención al cliente de una tienda o de una compañía de transporte deban parecerse a esos troles que nos dan tanto trabajo. El estilo debe estar alineado con la marca a la que representa la cuenta y con la red en la que nos encontremos.
Dicho esto he de reconocer que soy muy fan de esta respuesta de la @guardiacivil
Pinchemos las burbujas de los informes maquillados, las expectativas falsas y los cursos inútiles. Nos quedaremos con balances claros, objetivos reales y formación eficaz y todos saldremos ganando.
Imagen: listocomics.com
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ciete,social media
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March 23, 2017 at 03:30PM
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